La felicidad es una elección. Esta es la gran enseñanza de esta producción.
Por medio de un fragmento de cotidianidad se nos revela una verdad entre líneas mientras vemos las ocurrencias de la protagonista.
Elegir la felicidad, en medio de todas las posibles excusas para ser infeliz, y bien que las tiene, cosas que para cualquier mortal serian relevantes pero que acá se muestran sin mayor efecto, pues se escogió sonreír antes de darle importancia a otra cosa.
La actriz Sally Hawkins nos regala una poderos interpretación de una mujer con todas las excusas para ser infeliz, y bien que la vida se la pone difícil, pero que por alguna razón sin aclarar decide ser simplemente: feliz. La felicidad no debe tener justificación y ese es un bello mensaje.
Las vicisitudes que atraviesa nuestra heroína están en contraposición de las mascaras de todos los otros protagonistas, todos aparentan ser feliz, mas, cualquier soplo les levanta ese disfraz develando el tormento por el que atraviesa su mente. Todo está en la percepción incluso el deseo de estar mejor.
Elegir el bienestar es entender las consecuencias de nuestros actos, tomando lo mejor de cada decisión difícil para disfrutarla con sabiduría.
Ser original, amarse como uno es y no darle más importancia a las cosas más allá de lo que realmente merecen son la sal y la pimienta presente en la historia. ¿Seremos capaces de entenderlo?
La historia a ratos se siente distante, y la narrativa es hermosamente ingenua. Pero me gustó, salí satisfecho y con un gran trozo de sabiduría en mis manos, gran herramienta que pocas veces el cine regala.
Le pongo 1 Chompipes. No es para cualquiera, pues es la vida misma y a más de uno los puede golpear fuerte.
Por medio de un fragmento de cotidianidad se nos revela una verdad entre líneas mientras vemos las ocurrencias de la protagonista.
Elegir la felicidad, en medio de todas las posibles excusas para ser infeliz, y bien que las tiene, cosas que para cualquier mortal serian relevantes pero que acá se muestran sin mayor efecto, pues se escogió sonreír antes de darle importancia a otra cosa.
La actriz Sally Hawkins nos regala una poderos interpretación de una mujer con todas las excusas para ser infeliz, y bien que la vida se la pone difícil, pero que por alguna razón sin aclarar decide ser simplemente: feliz. La felicidad no debe tener justificación y ese es un bello mensaje.
Las vicisitudes que atraviesa nuestra heroína están en contraposición de las mascaras de todos los otros protagonistas, todos aparentan ser feliz, mas, cualquier soplo les levanta ese disfraz develando el tormento por el que atraviesa su mente. Todo está en la percepción incluso el deseo de estar mejor.
Elegir el bienestar es entender las consecuencias de nuestros actos, tomando lo mejor de cada decisión difícil para disfrutarla con sabiduría.
Ser original, amarse como uno es y no darle más importancia a las cosas más allá de lo que realmente merecen son la sal y la pimienta presente en la historia. ¿Seremos capaces de entenderlo?
La historia a ratos se siente distante, y la narrativa es hermosamente ingenua. Pero me gustó, salí satisfecho y con un gran trozo de sabiduría en mis manos, gran herramienta que pocas veces el cine regala.
Le pongo 1 Chompipes. No es para cualquiera, pues es la vida misma y a más de uno los puede golpear fuerte.
2 comentarios:
¡Bien por Chamu al favorecer esta película!
La dulce vida ofrece la la historia de Pauline Cross, a quien llaman Poppy, encarnada de manera contagiosa por Sally Hawkins. Ella es una joven maestra de primaria, con afable sensibilidad para con los niños, mujer para quien la vida es ejercicio de la alegría solidaria. Poppy es divertida y generosa. Ella está vacunada contra la amargura, en una sociedad donde dominan el egoísmo, los traumas, los enojos y las discriminaciones. Poppy viste como vive y vive como viste, y el filme se deleita al mostrarlo: es cine de espíritu libre que funciona como fábula sobre el derecho a la alegría. Mike Leigh sabe contar historias con acabada puntuación y pulido manejo del lenguaje cinematográfico. Él desarrolla su intriga sin fisuras, sin acciones gratuitas y sin diálogos vacíos. Al principio sentimos que la alegría del personaje se nos viene como tromba; mas pronto el filme se nos hace creíble gracias a la espléndida Sally Hawkins. Este filme enseña a convertir la sonrisa en el pan nuestro de cada día y a compartir con los demás. Cine excelente. No se lo pierdan.
En Costa Rica he conocido a dos personas como Poppy: una amiga a la que le decimos Happy (está claro el porqué) y a Katica.
Chamu es todo lo contrario, siempre anda como bravo y sin humor.
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