Duplicity es un término en inglés que hace referencia a dos personas quienes se parecen en sus personalidades, en este caso, podría referirse a sus intenciones, las cuales eran la codicia.
Esta es una película sobre el espionaje industrial, un tema que se ha puesto de moda en este siglo, sobre la voracidad de las corporaciones por sacar más aunque sea robando la idea de otros, para ello las corporaciones son capaces de contratar a verdaderos espías si fuera necesaria para obtener un producto o información pertinente a los detalles de las otras compañías. En esto, tenemos a dos personajes que tienen un pasado común y que intentan usar las vulnerabilidades del sistema para obtener ganancias del mismo.
La idea de la cinta es prometedora, en especial a lo que ha denuncia plantea: la guerra sucia de las corporaciones. El problema radica en la estructura de organización dramática de los hechos, es bastante desordenada, no se sabe si va o viene, se ven los momentos de retrospectivas pero nunca se aclara en qué punto volvemos al presente, luego, la edición es desordenada sin justificación real por el mismo problema del guión.
La dirección queda entre dicho, pues hay buenos actores, y bastante buenas actuaciones, pero eso no hace un largometraje ameno. La cinta se pierde por más de una hora para luego entrar en cordura llegando al final, pero aun así, es lo suficientemente aburrida como para que todo se vuelva somnífero y cansado echando a perder el final.
Hay demasiados diálogos, tantos que aturden, como oír un partido de futbol sin tiempos extra, nadie nunca se detiene a respirar, eso cansa.
Como dije, las actuaciones están a la altura, al igual que la fotografía y la música con acento tropical; a esta última se le agradece mil pues sin ella de seguro me hubiera quedado dormido, enserio, la película es aburrida.
La idea es buena, pero, le faltó otra forma de narrar esta historia de espías. No es comedia, no es drama, es aburrida.
Le pongo 4 Chompipes.
Esta es una película sobre el espionaje industrial, un tema que se ha puesto de moda en este siglo, sobre la voracidad de las corporaciones por sacar más aunque sea robando la idea de otros, para ello las corporaciones son capaces de contratar a verdaderos espías si fuera necesaria para obtener un producto o información pertinente a los detalles de las otras compañías. En esto, tenemos a dos personajes que tienen un pasado común y que intentan usar las vulnerabilidades del sistema para obtener ganancias del mismo.
La idea de la cinta es prometedora, en especial a lo que ha denuncia plantea: la guerra sucia de las corporaciones. El problema radica en la estructura de organización dramática de los hechos, es bastante desordenada, no se sabe si va o viene, se ven los momentos de retrospectivas pero nunca se aclara en qué punto volvemos al presente, luego, la edición es desordenada sin justificación real por el mismo problema del guión.
La dirección queda entre dicho, pues hay buenos actores, y bastante buenas actuaciones, pero eso no hace un largometraje ameno. La cinta se pierde por más de una hora para luego entrar en cordura llegando al final, pero aun así, es lo suficientemente aburrida como para que todo se vuelva somnífero y cansado echando a perder el final.
Hay demasiados diálogos, tantos que aturden, como oír un partido de futbol sin tiempos extra, nadie nunca se detiene a respirar, eso cansa.
Como dije, las actuaciones están a la altura, al igual que la fotografía y la música con acento tropical; a esta última se le agradece mil pues sin ella de seguro me hubiera quedado dormido, enserio, la película es aburrida.
La idea es buena, pero, le faltó otra forma de narrar esta historia de espías. No es comedia, no es drama, es aburrida.
Le pongo 4 Chompipes.
3 comentarios:
Mae Chamu que exito, puse el nombre de la película en google y el primer link que me aparecio fue el tuyo, tas volando mano jeje
Pense que podria ser más buena, pero dey, habra que ver que tal nos va... saludos!
He aquí una película cuyo valor conceptual proviene no solo de los acontecimientos, sino –de gran manera– desde la caracterización de personajes. Hablamos del filme Duplicidad (2009), nueva incursión del director Tony Gilroy, tras su éxito Michael Clayton (2007), cintas que conservan –ambas– el sello del director.
De nuevo, en Duplicidad, Gilroy desmitifica el mundo voraz de las multinacionales, donde la ética se pierde en una maraña de abusos y de palabras hipócritas, incluida la adulación. Por esto mismo, como un reflejo del mundo mostrado, la trama del filme asume el carácter laberíntico de un rompecabezas.
Esa especie de metonimia sirve para configurar el desarrollo del argumento de la misma manera en que se comporta el mundo amoral, individualista y malsano de los grandes capitales en manos de las trasnacionales. El discurso es evidente, tanto o más como en la película Michael Clayton.
La anemia sentida en Duplicidad es su exceso de parlamentos: el díctum impera sobre la imagen, por lo que el esquema teatral predomina sobre el arte más propiamente cinematográfico, pero –punto en boca– pescamos el entretejido crítico que plantean dichos diálogos para llegar a un final sorprendente que, por ninguna razón, usted debe permitir que se lo cuenten.
De esa manera, la película se convierte en texto de denuncia política contra la vileza del enriquecimiento ilegítimo propio de las multinacionales monopólicas. Con tal planteo, la fotografía y la música son apenas funcionales, mientras el montaje moroso agudiza el exceso de palabras que podrían aburrir a un espectador poco exigente.
Las actuaciones son buenas y muy sensibles para mostrar personajes gazmoños y sin escrúpulos: Julia Roberts seduce, Clive Owen también (aunque hubiéramos preferido a George Clooney), pero quienes dan el martillazo al clavo son Tom Wilkinson y Paul Giamatti, sobre todo el segundo. Este es un filme para escrutar o rebuscar en tiempos de crisis económica.
Julia Roberts seduce? nah!para nada...
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