Lunático (Silení)

Esta obra de arte fue traída a la vida por el excéntrico pero altamente estilizado director checo Jan Svankmajer quien tomó como excusa a Edgar Allan Poe para trabajar de forma sacrílega pero hermosa contra las instituciones que nos someten a través de los secretos, aquellas que no deseamos asomarnos por el miedo que surge desde la medula de nuestro inconsciente, ese terror construido del cuestionamiento institucional que genera apatía social.
La historia transcurre cuando extrañas apariciones enfrentan a un recién llegado que trabaja en un manicomio, imágenes delirantes pero llenas de mística y simbolismo, imágenes que lo persiguen y lo hacen cuestionar su moralidad y sus valores.
Usando el recurso del surrealismo que lo caracteriza por parte del director, cada imagen por sí misma es una historia de la interpretación semiótica que cada individuo se atreve a dar, nos embriaga hasta el éxtasis de lo absurdo y lo inverosímil, todo cobra vida y todo muere ante nuestros ojos. La historia es bella, aterradora, atrevida, genera conflictos para quienes la ve sin deseo de experimentar el uso del nervio para interpretar.
No es cine para cualquiera, es cine de arte hecho con amor y crítica, realidad y sueño, es ambrosia embriagadora para ojos que aman el arte en movimiento pero puede ser cruel delirio para aquellos tabúes fuertes de tirar.
No le pongo Chompipes, es exquisita, es mágica, es Poe pero atrevido, dantesca pero hermosa, obra de arte invalorable que siempre dará que pensar, cada vez que se vea, según el momento histórico en que se aprecie, un regalo para la humanidad y un refrescante recuerdo de que el arte en si es vida, que el arte verdadero sin importar cuando se vea da un mensaje. Las tres formas de alcanzar la verdad, decía un amigo, son la ciencia, la religión y el arte, y este es un evangelio para todos, pero pocos, por desgracia, lo entenderán.