martes, 29 de diciembre de 2009

La Princesa y el Sapo

Cinta amena pero muy retocada en cuanto a la historia. Podemos ver como Disney se deleita comercialmente atrayendo al público con la escaramuza del regreso a las técnicas de dibujo tradicional, una maña más de comercialización.
La cinta tiene sus momentos rescatables, sin embargo, fuerza mucho los acontecimientos para generar una reacción del espectador desde el recurso barato, debieron meter personajes “extra” para sacar lágrimas o risas, personajes que perfectamente pudieron no estar en la historia pues no aportaban nada, solo el recurso barato.
El jazz dentro de la historia está bien y hasta es agradable, más, le faltó cierto encanto que esta producción no tiene en relación a trabajos previos de Disney.
Pudieron explotar mucho más las situaciones y a los personajes les faltó carnita no solo para generar sonrisas o lágrimas facilonas.
Creo que la película se quedó corta, la historia sin los personajes secundarios es sin gracia y carente de carisma.
Le pongo 3 Chompipes, me gustó, pese a la crítica.

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4 comentarios:

Gonzalo Del Rosario dijo...

A ver

wílliam venegas segura dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
wílliam venegas segura dijo...

No es la primera vez que los estudios Disney aplican la práctica del cangrejo, esa, la de caminar hacia atrás. Lo han hecho cuando fracasan en un proyecto animado y vuelven al estilo de una película anterior (en dibujos animados). A veces, lo hacen para recuperar un éxito de taquilla.

Ahora vuelven a “cangrejearse” con el largometraje La princesa y el sapo (2009), filme que regresa al arte de la animación hecha a mano (2D), después de tantas producciones por computadora y –últimamente– en tercera dimensión (3D).
La princesa y el sapo es película hecha con un ojo en la pantalla y con otro en la boletería, pero a nadie se le torció la mirada: con intención comercial, este filme muestra un buen resultado en lo cinematográfico, con una puesta en imágenes creativa y un delirio narrativo absorbente.
Sin duda que, en ese éxito, están los talentos de los realizadores John Musker y Ron Clements, en un concierto visual a cuatro manos, más logrado que el habido en su otro filme, La Sirenita (1989), pero con la acertada agitación de Aladino (1992), de tales directores, a quienes les sigo apreciando más otra cinta menos movida: Policías y ratones (1986), por supuesto que todas con el sello Disney.
Para la sensación de producto bien logrado, es innegable el buen papel de la música de Randy Newman, de quien es imposible olvidar la banda sonora suya en Monsters. Inc. (2001) y que, para La princesa y el sapo , ha escrito una atinada banda sonora, en la que se recogen diferentes géneros musicales, desde el blues al jazz , pasando por el gospel . Música seductora de principio a fin.
Esta vez, se trata de una adaptación del conocido relato de los hermanos Grimm, El Príncipe Encantado , con un osado punto de giro en la trama, porque cuando el príncipe convertido en sapo convence a la chica para que deshaga el maleficio con un beso, el resultado no es el esperado. Es lo contrario: ella se convierte en batracio.
Para su éxito artístico, en esta película lo que cuenta es que los directores Musker y Clements están absolutamente convencidos y conscientes de la capacidad expresiva del dibujo animado, sobre todo para una historia visualmente rítmica como esta, donde la presencia de la animación por computadora se queda para sugerir logrados movimientos de cámara.
Hay habilidad para saber combinar el “toque” melodramático con el humorístico, los personajes principales con los secundarios, los colores con la música, los movimientos con el decorado y la magia con el realismo. De aquí viene la sabiduría de la narración, relato que se muestra coherente en su mundo interno (realidad imaginada).

Unknown dijo...

Ya hacía falta ver historias en 2D y tuve la posibilidad de verla en HBO, es de las películas que más me han entretenido, y también lo hizo con mis sobrinos, nos la pasamos relamente bien y lo mejor es que deja un bonito mensaje de responsabilidad en las chicas.