jueves, 26 de noviembre de 2009

Los fantasmas de Scrooge (A Christmas Carol)

Otra versión más. Charles Dickens debe estar muy orgulloso. Su novela ha sido parodiada, reconstruida, amoldada y analizada, hay adaptaciones de todo tipo, desde drama, comedia, terror, ciencia ficción, incluso un par de interpretaciones porno. Pero, por alguna razón la historia de que por medio del miedo las personas cambian sigue calando, ojalá eso fuera cierto, existirían menos ladrones.
Ahora le toca al director Robert Zemeckis, hace un trabajo bastante literal a la obra, sin aportarle mayor cosa y con poca valía de giros más que los que ya hemos conocido por más de cien años.
Visualmente es bastante visionaria, sin embargo, está la crítica al hecho del valor de realizar una obra de este tipo desde lo digital si se podía hacer igual con actores reales, es decir, ¿el esmero por intentar crear personajes fotorealistas y parecidos a seres humanos realmente vale la pena? ¿Tiene verdadero aporte hacer una películala completa con actores 100% digitales, iguales a personas?
Si nunca te ha gustado alguna de las tantas variedades de cintas con el tema de ¨Un cuento de navidad¨ esta de hecho que no cambiará tu de opinión. Pero es agradable de ver, aburrida, y algo ingenua, pero se disfrutará en familia.
Yo espero que el valor humano, a futuro, no se le reste al cine.
Le pongo 2 Chompipes. En lo personal, sigo pensando que mi versión favorita es la de los Muppets.

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1 comentario:

wílliam venegas segura dijo...

Los cuentos navideños escritos por Charles Dickens (1812-1870) no se agotan para la pantalla grande. Cualquier cantidad de versiones hemos tenido en el cine, hasta con los Muppets, por lo que ahora nos llega lo inevitable: una copia en tercera dimensión (3D) titulada Los fantasmas de Scrooge (2009), dirigida por Robert Zemeckis para la cofradía Disney.

No solo se trata de la tercera dimensión, para ver el filme con anteojos oscuros, todos los espectadores como si estuviéramos en la playa, también la película nos llega con la técnica de la perfomance-capture . Sí hay actores, solo que sus rasgos y movimientos son llevados a la tecnología para sustituirlos por figuras creadas digitalmente.

A nosotros nos llega la versión en idioma español, por lo que nos perdemos las voces originales, pero vemos –en el personaje del avaro Scrooge– la capacidad de Jim Carrey para hacer de su cuerpo un garabato. Lo demás es la historia conocida del viejo ricachón, consumido por el necio afán de enriquecerse, prestamista y parásito a la vez, usurero y egoísta.

El tacaño señor Scrooge ha de vivir su cambio con la visita de tres espíritus navideños, donde están mejor entendidos el fantasma de la Navidad pasada y el de la del futuro, no así el espectro de la Navidad presente.

Aquí lo formal predomina sobre el contenido. La 3D no está al servicio del relato. Más bien es al revés: el cuento es un pretexto para el lucimiento técnico. O sea, la película se resiente por una puesta en escena que tiene buenos momentos (como las imágenes con el roñoso Scrooge en vuelo), pero que también se cae por golpes de efectos paso a paso rebuscados.

Las desventuras de los más humildes, presentes en el realismo de Dickens, son aquí nada de nada ante los revoloteos formales en 3D. El filme pierde garra temática en medio de su entramado visual (derroche de tecnología). Destaca el valioso papel de la música, airosa y oportuna. Nada más. Al devolver los anteojos, a la salida, la película se va con ellos.