Hablaré de los aspectos positivos primero. La fotografía es bellísima, al igual que su edición. Las imágenes emergentes son delicadas y bien colocadas, me gustó su narración minimalista con los diálogos y las expresiones, eso fué muy impactante y digno de mencionar.
Por otro lado, la película es trillada, no aporta nada nuevo a una problemática de nuestro país Costa Rica, y no se enfoca en si en ningún lado de las diferentes miradas que desea mostrar ante varios de los problemas. Es vacía como bombillo. Las soluciones son ausentes. Como denuncia, he leído cosas peores en los periódicos. La historia que relata la he visto mil y una veces en otras películas con mejores giros narrativos. El guión, por dicha los actores hablan poco, es insustancial y sin contenido profundo.
Los actores son planos en su expresión emocional pero pasa. El sonido es pésimo, hay escenas que no se entiende que dicen, o que intentan dar a entender, pudieron doblar en post producción algunos diálogos pero no lo hicieron, lastima. Problemas de continuidad fatales, por ejemplo: el vestido de la niña nunca se ensucia, a pesar que pasan días, duerme en el suelo, juega en el mar y camina por la selva, el súper vestido!!!
Los simbolismos solo la directora ISHTAR YASIN los entendía, entre ellos: una mesa que aparece y no se sabe para que es… sin comentarios. Son hasta tontos, lastima.
El final es súper trillado, horrible y sin gracia, uno queda con las ganas de preguntar en que gastaron el dinero que costo esta producción. El final “triste” no es malo, para nada, pero ese final es de telenovela baratísima o de folletín barato que nadie compra.
Admito que he de felicitar, alabar y respetar el intento de la directora por abrirse paso en nuestro país, eso es digno de felicitar. Pero, si algo es malo, por mejor intento, es malo. Se felicita el esfuerzo.
Le pongo 4 Chompipes, el esfuerzo de la directora le resto la calificación máxima que le pongo a las películas pesimas, es a ella a quien felicito por su valor, pero, el guión y la historia debieron trabajarse aun más para salir de esos “lugares comunes” y elementos trillados que aparecen.
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3 comentarios:
Es curioso, en el Cielo Rojo es la fotografía la que falla y personalmente me dejo una buena impresión el excelente sonido.
Aquí sucede alrevez, sinceramente no creo que vaya a ver esta película, pero si quiero ver más películas en donde nos reconozcamos.
bueno, yo esperaba mucho, al menos se le dio publicidad...
lastimosamente como sabes, para mi el final es una parte que deberia de empezar a ser eliminado de las peliculas (y libros) porque realmente los finales no existen!
siempre (el 99.9%) de los casos me deja un sinsabor!!!
Y bueno, esta no fue la excepcion, el sonido PESIMOO!... hasta La Zaranda producciones tiene mejor sonido, por un momento senti q veiamos algo q llegará a ser una pelicula...
para mi le faltó "fuerza"... y cierto, si el objetivo era "hacer conciencia" tampoco lo logran!!!
pudo ser mucho mas grotezca! mucho mas real...
Wílliam Venegas |
La frase aquella de que “la procesión va dentro” resulta válida con el filme costarricense El camino (2008), dirigido por la realizadora Ishtar Yasin de manera pausada, con el cuidado de quien le hace un ultrasonido al paciente cuya enfermedad aún no se conoce más allá de los signos primeros.
El camino es un relato solidario sobre dos niños quienes salen de su casa, en un bolsón de miseria en la Nicaragua empobrecida, donde la niña es abusada constantemente por su abuelo. La niña se llama Saslaya y Darío es su hermanito, niño mudo. Ellos huyen hacia Costa Rica en búsqueda de su madre, aunque nada saben de la mamá.
Ese es el núcleo argumental sostenido por el relato, que cumple según la tesis del ruso Vladimir Propp en su libro titulado Morfología del cuento : debe haber una sucesión de secuencias que parten de un daño o una falta y obedecen a una serie de obligaciones que limitan el número de relatos posibles. Así lo hace Ishtar Yasin, con afinada audacia intelectual.
La odisea de los niños no es épica. Para Saslaya y Darío solo existe la realidad dura como el sentimiento de un abusador, ingrata como la deslealtad humana e injusta como la mala distribución de la riqueza. Desde ahí, Ishtar Yasin se toma su tiempo para darnos el recorrido de los personajes y también sus sentimientos. Se destaca la dirección de actores con los dos niños: Sherlyn Paola Velásquez (Saslaya) y Marcos Ulises Jiménez (Darío).
El trabajo con la música es sustancial, desde una marimba melódicamente triste. Es sutíl el aporte de la fotografía para subrayar atmósfera y acontecimientos, aunque no siempre con el mismo cuidado en el encuadre. En la mezcla de ruidos y voces sí hay serios problemas, por lo que uno se queda sin entender ciertos diálogos y añoramos los subtítulos.
En fin, les recomendamos esta producción nacional, por su capacidad para tener rostro propio y jugar del realismo social al simbolismo inteligente, por su compromiso, su adhesión humana y su aceptable puesta en imágenes.
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