martes, 8 de septiembre de 2009

El patito feo y yo (Den Grimme ælling og mig)

Peculiar cinta animada, diferente y amena, entretiene en lo que al principio de “cumplimiento de objetivo” se refiere.
Como animación es hermosa, buenos paisajes y la construcción de los personajes, desde el dibujo, es admirable. El problema es que posee un guión desbalanceado al que le faltó jocosidad, la línea argumental está fresca y con buenos giros, pero los diálogos son insuficientes y precipitados, lo jocoso se quedó en la idea de alguien pero no en el producto final.
La construcción de los personajes pretende dar un mensaje sobre la miríada y diversidad, es metáfora de la misma humanidad, con un hermoso mensaje sobre el amor y el respeto.
Cae en momentos de tedio que intentan llenar con personajes o situaciones que no cumplen a cabalidad pero que son perdonados por el mensaje de amor y amistad que trae todo.
Me gustó esa metamorfosis de “Feo”, de polluelo hasta cisne y que en casa estadio poseía características propias del momento por el que atravesaba, eso daba la licencia de dar mensajes a los padres espectadores de cómo entender a sus propios hijos y a los hijos de cómo entenderse a sí mismos.
En términos generales me gustó, esta entretenida. Le pongo 3 Chompipes.

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1 comentario:

wílliam venegas segura dijo...

Interesante. Tenemos ahora dos largometrajes animados en cartelera. Uno en tercera dimensión (3D), el otro no, pero ambos son de cinematografía europea. No está mal para enriquecer nuestro punto de apreciación.
Uno de ellos es de armería danesa: El patito feo y yo (2006), dirigido por Michael Hegner y Karsten Kiilerich, también coguionistas a partir del cuento clásico de Hans Christian Andersen.
El otro filme es de escudería belga, más cercano a los estilos de Hollywood, y se titula Vamos a la Luna (2008), dirigido por Ben Stassen, sobre la llegada del hombre a la Luna con la compañía inesperada de tres mosquitas intrépidas: Nat, I.Q y Scooter. Es en tercera dimensión.
El contenido de esta cinta se empatana solito en un mosquero al convertirse en innecesaria apología de la carrera espacial estadounidense. Por ahí, la trama pierde intensidad, es floja, plana, sin ritmo narrativo, como pasarle jabón a una tabla ya enjabonada. Su narración no pasa del discurso cargado de lugares comunes.
Eso sí, Vamos a la Luna tiene un diseño animado que roza finamente la delicadeza (por ejemplo, con las alitas de los insectos). Es lo mejor. En cambio, El patito feo y yo es una aventura llena de peripecias, de sorpresas, de infatigable creatividad en el relato.
Hay más: los daneses se animan a entrarle a una estética de lo feo: no solo en la descripción física y caracterización de los personajes, sino también en la atmósfera en que se desarrollan los personajes, ante un paisaje –por lo contrario– bucólico, mezcla de animación por computadora y fondos pintados.
Sin la buena 3D de Vamosa la Luna , este patito feo nos lleva a un cine mejor logrado e inteligente.